Tengo que
confesarles que tengo severos problemas con los tianguistas y ambulantes. Me da
mucho coraje verlos como personas que se aprovechan de la frase “la unión hace
la fuerza” para evadir las responsabilidades que el resto de los mortales de la
clase media tenemos que cargar, sobre todo aquellas que tienen que ver con “ser
formal”, es decir, pagar impuestos, darle un seguro a los empleados, hacer
trámites de autorizaciones y pagar permisos, etc.
Traigo esto
a la mesa por los recientes sucesos en el centro de Querétaro y en el Mercado
Escobedo, donde se suscitaron algunas peleas entre inspectores y ambulantes a
los que intentaban retirar tras los justos reclamos de los comerciantes
establecidos que ven afectadas sus ventas por los mencionados personajes, que
así tan simple y tan sencillo se colocan en la puerta de cualquier negocio a
hacerle competencia sin los inconvenientes de pagar renta, sueldos o dar
factura, cobijados bajo las alas de las poderosas organizaciones de
“comerciantes” que los usan como moneda de cambio en cada elección para
asegurar su permanencia y poder de negociación. Por eso nadie les hace nada.
No es un
problema nada más de Querétaro, en todos lados es una lucha constante entre el
comercio establecido y los informales (qué chistoso que los respeten tanto y no
les digan “ilegales”, finalmente lo que hacen está fuera de la ley) y el
respeto que les tienen como fuerza electoral es evidente en todos los niveles
de gobierno. Si no, simplemente hay que ver las reformas propuestas en materia
hacendaria en las que no se contempla ninguna medida para recaudar al menos un
poco de este sector. Es más, eliminaron el Impuesto a los Depósitos en Efectivo
(IED), supuestamente creado por el ex presidente Felipe Calderón para poder
gravar de algún modo las ganancias de este grupo (aunque de paso también se
llevaba a algunos otros, claro).
Podrán
decir que los tianguis y puestos ambulantes son necesarios porque ofrecen
opciones baratas para sus compradores. Pero quien haya ido últimamente a
comprarles podrá darse cuenta que la diferencia de precios no es muy alta
respecto a comercios establecidos. Y si han ido al famosísimo y tradicional
tianguis de La Cruz, se darán cuenta de que algunas cosas como ropa y
accesorios están incluso al mismo precio de tiendas de marca con el
inconveniente de que ¡no son cosas de marca!
Y hablando
precisamente de eso, es un tache más que desde mi punto de vista hay que
ponerle a los negocios ambulantes: ofrecen mercancía de muy baja calidad o
“pirata”. Y si tengo problemas con los ambulantes, no se diga con la piratería.
Se me hace el negocio más bajo del mundo tomar el esfuerzo de alguien, copiarlo
y aprovecharte de él sin ningún esfuerzo. Es una falta de respeto incluso a la
propia capacidad; es como decirle al mundo: “soy un inútil, no puedo hacer nada
por mí mismo, soy incapaz de hacer algo propio y necesito robar de otros las
ideas que no puedo generar yo”. Más bajo no se puede caer.
Este abuso
se comete descaradamente a la luz del día, pero pareciera que las autoridades
son ciegas y sordas cuando de mano dura contra los ambulantes se trata.
Poquísimas veces se hacen operativos contra la piratería y cuando se llegan a
hacer, generalmente no hay detenidos, solo mercancía asegurada (¡ja!, como si
les saliera tan caro reponerla, de a peso por “peli”).
Pareciera
que los gobiernos evitan a toda costa las confrontaciones con estos grupos,
porque si lo hacen, se enfrentan a la posibilidad de una respuesta violenta,
como sucedió esta semana. Y peor aún: se enfrentan a la posibilidad de perder
un montón de votos asegurados por los líderes a los que solapan. Por eso los
ambulantes ni se preocupan ni se acongojan, porque siempre hay un lugar para
ellos bajo las alas del poder. Si alguien se queja mucho, los reubican; si no
tienen luz, se las ponen (noten que en los lugares donde normalmente se
instalan les tienen cajas con contactos, ¡vaya cinismo!); si necesitan algo, se
los proporcionan (en Calzada de Belén y en Sombrerete, por ejemplo, les
pusieron bases para que puedan colgar cómodamente sus lonas); les permiten
cerrar calles impunemente, cosa que ninguno de nosotros puede hacer, ¿o sí? Por
eso, más que coraje, les tengo envidia: ojalá el gobierno a mí –o a cualquiera
de nosotros- nos tratara tan bien.
*Publicado el 6 de octubre en El Mosquito
*Publicado el 6 de octubre en El Mosquito
**Imagen tomada de http://amqueretaro.com/2012/11/prefieren-el-tianguis
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