La nota que
acaparó los noticieros locales hacia el final de esta semana fue la acusación
hecha contra el sacerdote Arturo Méndez Camacho por presuntos abusos
deshonestos contra dos menores de edad. Este suceso ha causado expectación ya
que Méndez podrá seguir su proceso en libertad, pues el Código Penal del estado
no tipifica esto como delito grave, lo que ha generado indignación en la
comunidad.
Será la
justicia quien determine el resultado del caso, sin embargo, un suceso como
este siempre desata preguntas respecto a los motivos que pueden llevar a una
persona a abusar de un menor de edad. Estaba dando una clase, cuando el tema
que presentaba dio pie a la discusión sobre este suceso; hablábamos de cómo se
confrontan en nosotros las necesidades contra los deseos y cómo una necesidad
no resuelta puede llevarnos al punto de la obsesión o la distorsión.
Comentaba
con mis alumnos que las necesidades son todo aquello que nuestro organismo
requiere en diferentes niveles: físico, emocional, intelectual, espiritual,
etc. Estas necesidades pueden resolverse con diversos satisfactores y es eso lo
que los diferencia de los deseos, que son las necesidades del organismo
convertidas en un capricho de nuestra mente en donde creemos que hay un único
satisfactor: quiero eso y nada más. La cosa se complica cuando por razones
diversas reprimimos nuestras necesidades y entonces la forma de satisfacerlas
comienza a tomar formas insospechadas en nuestra mente, llevándonos a la
obsesión, al enviciamiento o incluso a la aberración.
El pensar
en esto nos remite a la discusión sobre la pertinencia de mantener el celibato
en los sacerdotes católicos y sobre cómo el eliminarlo podría servir para
prevenir los delitos sexuales cometidos por algunos de ellos (sí, esos que no
supieron atender su necesidad adecuadamente y distorsionaron el satisfactor
para ella). El sexo es definitivamente una necesidad orgánica, sin embargo,
además de negarles el derecho a las relaciones sexuales, la postura de algunos
sectores de la Iglesia es que la masturbación es pecado y además, ¡mortal! Esto
pueden comprobarlo en sitios como este donde está publicado el artículo “¿Es un pecado mortal la masturbación? Sí”. Entonces,
¿qué opción tienen los sacerdotes para satisfacer una necesidad presente en su
organismo? Ninguna y eso es precisamente lo que causa problemas, ya que muchos
de ellos probablemente puedan controlar sus impulsos, pero habrá otros que
comiencen a generar fantasías sobre la forma de liberarlos y unos pocos
llegarán al punto de materializar estos pensamientos a través de hechos
lamentables.
En la
discusión sobre el celibato, la posición de la Iglesia ha sido siempre
determinante: es una regla que está lejos, muy lejos de poder siquiera
evaluarse. Simple y sencillamente se mantiene. Las voces en contra de él son
más bien externas, derivadas sobre todo de la mediatización de crímenes
sexuales cometidos por sacerdotes y el duro cuestionamiento hacia las
autoridades eclesiásticas que, en lugar de proteger a las víctimas, generalmente
actuaron para proteger a los agresores, intentando enterrar los hechos y pretendiendo
que no sucedía nada grave. En todo caso, se trataba de reubicarlos y confiar
que no lo volverían a hacer. Y después se muestran preocupados porque están
perdiendo feligreses y se preguntan por qué se van.
Estos casos
nos llevan a analizar cosas profundas referentes a la naturaleza humana y a
preguntarnos cuáles son los límites que podemos y los que no podemos romper.
También nos hacemos preguntas respecto a la forma en la que podríamos encontrar
un equilibrio entre las necesidades y deseos de una sociedad, las de una
institución como la Iglesia Católica y las de los individuos. ¿Será más
importante mantener a ojos cerrados una regla que desde hace siglos ha definido
la labor sacerdotal o será momento de hacer preguntas al respecto? ¿Será más
importante cumplir con una supuesta vocación que cumplir con una necesidad
válida del individuo? ¿Si este no es el momento de discutir estos temas,
entonces cuándo? ¿Qué papel juega la sociedad en todo esto? Estaremos
pendientes del resultado del proceso y
veremos a dónde nos lleva en lo institucional, lo social y lo personal
la reflexión generada alrededor de todo esto.
*Publicado el 24 de noviembre de 2013 en El Mosquito
No hay comentarios.:
Publicar un comentario