10 de diciembre de 2013

Conmigo o contra mí

Recientemente mi muro de Facebook fue campo de batalla para dos personas con opiniones muy opuestas respecto al conflicto magisterial. Se agredieron, se amenazaron, se insultaron, todo porque uno opina que los maestros están en su derecho de manifestarse y exigir sus demandas y el otro opina que no, que los deberían mover a la fuerza (como finalmente pasó).
Todo surgió porque puse una foto de un manifestante colombiano que compartía su comida con uno de los policías que resguardaba la protesta. Sucede que precisamente de eso se trataba mi publicación: de que no debería haber lugar para el odio entre dos compatriotas (y más allá, entre dos seres humanos), y mucho menos que exista por ideologías políticas. Es absurdo, pero pasa y tan pasa que estamos viviendo esa polarización en las redes sociales como el pan nuestro de cada día.
Basta ver el “timeline” de comentarios y tratándose de ideologías políticas abundan los chistes, memes, agresiones directas e insultos de unos hacia otros. Rojos, amarillos, verdes, azules y de cualquier color. E incluso si no tienes color también te toca porque eres un desinteresado y te vale.
Lo peor, es que muchas veces ya no se manejan argumentos lógicos y racionales. En muchos casos son generalizaciones, insultos, supuestos y falacias, y ya caímos en el “estás conmigo o contra mí”, lo cual ha cerrado completamente la puerta al diálogo. 
Pareciera que ahora es “agrede al que piensa diferente, es el enemigo y hay que aniquilarlo”, pero es tristísimo que fuera de esas supuestas diferencias tenemos muchísimas más cosas en común. Y lo peor es saber que precisamente estos desencuentros se podrían resolver si como sociedad tuviéramos la capacidad de escuchar lo que el otro intenta decirnos.
No se trata de no tener diferencias nunca. La discusión de los temas que causan controversia es enriquecedora, siempre y cuando se mantenga en los términos de la argumentación que, por supuesto, no incluye insultos (¡jamás!), ni amenazas, ni descalificaciones a priori. Ya bastante tenemos con las medidas que se están tomando políticamente y que nos afectarán directamente como para además vivir en medio de agresiones, con enconos y rencores.
Se vienen tiempos de incertidumbre y lo peor que nos puede pasar es que nos agarren peleados unos con otros, desunidos.
¿Y saben qué? Creo que precisamente eso es lo que están esperando los “tomadores de decisiones”: que estemos tan ocupados peleándonos entre nosotros que no nos quede tiempo para poner atención a lo que ellos están haciendo allá en lo oscurito. Y cuando menos lo pensemos, nos va a llevar parejo, ahí sí, sin distinción. Me da coraje tan solo pensarlo.
No se me ocurre ninguna forma de cambiar esto. La verdad es que ya son muy pocos los que están atentos y casi nadie está dispuesto a escuchar. Parece que en defender sus ideales se les va la vida y que el simple hecho de permitirse poner atención al argumento del otro es como si cometieran alta traición. Pero uno no traiciona sus creencias cuando se permite abrir la mente al argumento del otro. Es más, no hay acción más noble y que otorgue más grandeza. Es una lástima que no nos demos esa oportunidad y que en ese afán de convencer al otro de que piense como yo se nos está escapando la oportunidad de vivir ese respeto que estamos exigiendo a gritos.

SOBRE LLUVIAS Y DONACIONES
Como si no fuera suficiente todo lo que ha venido pasando en el país en las últimas semanas, “Manuel” e “Ingrid” arrasaron por el Golfo y el Pacífico con las costas del país.
Y como siempre, la mayor capacidad de respuesta en casos de desastre no estuvo en el Gobierno, sino en la sociedad, que rápidamente se puso de acuerdo para enviar ayuda a las comunidades más remotas.

Un buen tip que me pasaron por Facebook es que si vas a cooperar con víveres como latas, sobres, botellas, etc., los marques con plumón indeleble y pongas leyendas como “DONACIÓN”, “Estamos con ustedes”, “No es para su venta”, etc.; esto con el fin de evitar que haya desvíos y lucro con los apoyos como sucedió en 1997 con el huracán Paulina y como ha sucedido en muchos otros desastres. Se los paso al costo; la verdad, yo creo que vale la pena.

**Publicado el 22 de septiembre en El Mosquito
*Imagen tomada de www.caracol.com.co

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