Recientemente
mi muro de Facebook fue campo de batalla para dos personas con opiniones muy
opuestas respecto al conflicto magisterial. Se agredieron, se amenazaron, se
insultaron, todo porque uno opina que los maestros están en su derecho de
manifestarse y exigir sus demandas y el otro opina que no, que los deberían
mover a la fuerza (como finalmente pasó).
Todo surgió
porque puse una foto de un manifestante colombiano que compartía su comida con
uno de los policías que resguardaba la protesta. Sucede que precisamente de eso
se trataba mi publicación: de que no debería haber lugar para el odio entre dos
compatriotas (y más allá, entre dos seres humanos), y mucho menos que exista
por ideologías políticas. Es absurdo, pero pasa y tan pasa que estamos viviendo
esa polarización en las redes sociales como el pan nuestro de cada día.
Basta ver
el “timeline” de comentarios y tratándose de ideologías políticas abundan los
chistes, memes, agresiones directas e insultos de unos hacia otros. Rojos,
amarillos, verdes, azules y de cualquier color. E incluso si no tienes color
también te toca porque eres un desinteresado y te vale.
Lo peor, es
que muchas veces ya no se manejan argumentos lógicos y racionales. En muchos
casos son generalizaciones, insultos, supuestos y falacias, y ya caímos en el
“estás conmigo o contra mí”, lo cual ha cerrado completamente la puerta al
diálogo.
Pareciera
que ahora es “agrede al que piensa diferente, es el enemigo y hay que
aniquilarlo”, pero es tristísimo que fuera de esas supuestas diferencias
tenemos muchísimas más cosas en común. Y lo peor es saber que precisamente
estos desencuentros se podrían resolver si como sociedad tuviéramos la
capacidad de escuchar lo que el otro intenta decirnos.
No se trata
de no tener diferencias nunca. La discusión de los temas que causan controversia
es enriquecedora, siempre y cuando se mantenga en los términos de la
argumentación que, por supuesto, no incluye insultos (¡jamás!), ni amenazas, ni
descalificaciones a priori. Ya bastante tenemos con las medidas que se están
tomando políticamente y que nos afectarán directamente como para además vivir
en medio de agresiones, con enconos y rencores.
Se vienen
tiempos de incertidumbre y lo peor que nos puede pasar es que nos agarren
peleados unos con otros, desunidos.
¿Y saben
qué? Creo que precisamente eso es lo que están esperando los “tomadores de
decisiones”: que estemos tan ocupados peleándonos entre nosotros que no nos
quede tiempo para poner atención a lo que ellos están haciendo allá en lo
oscurito. Y cuando menos lo pensemos, nos va a llevar parejo, ahí sí, sin
distinción. Me da coraje tan solo pensarlo.
No se me
ocurre ninguna forma de cambiar esto. La verdad es que ya son muy pocos los que
están atentos y casi nadie está dispuesto a escuchar. Parece que en defender
sus ideales se les va la vida y que el simple hecho de permitirse poner
atención al argumento del otro es como si cometieran alta traición. Pero uno no
traiciona sus creencias cuando se permite abrir la mente al argumento del otro.
Es más, no hay acción más noble y que otorgue más grandeza. Es una lástima que
no nos demos esa oportunidad y que en ese afán de convencer al otro de que
piense como yo se nos está escapando la oportunidad de vivir ese respeto que
estamos exigiendo a gritos.
SOBRE
LLUVIAS Y DONACIONES
Como si no
fuera suficiente todo lo que ha venido pasando en el país en las últimas
semanas, “Manuel” e “Ingrid” arrasaron por el Golfo y el Pacífico con las
costas del país.
Y como
siempre, la mayor capacidad de respuesta en casos de desastre no estuvo en el
Gobierno, sino en la sociedad, que rápidamente se puso de acuerdo para enviar
ayuda a las comunidades más remotas.
Un buen tip
que me pasaron por Facebook es que si vas a cooperar con víveres como latas,
sobres, botellas, etc., los marques con plumón indeleble y pongas leyendas como
“DONACIÓN”, “Estamos con ustedes”, “No es para su venta”, etc.; esto con el fin
de evitar que haya desvíos y lucro con los apoyos como sucedió en 1997 con el
huracán Paulina y como ha sucedido en muchos otros desastres. Se los paso al
costo; la verdad, yo creo que vale la pena.
**Publicado el 22 de septiembre en El Mosquito
*Imagen tomada de
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