Muy triste
lo que pasó el viernes. No necesitábamos otra señal de fracaso, de que entonces
no se puede y no hay para dónde hacerse, pero perdió la Selección y yendo más
allá del asunto meramente superficial, la verdad sí creo que necesitábamos algo
que nos diera aunque fuera un gustito ante tanta división y encono, ante un mar
de opiniones divididas en un sinfín de temas que no acabamos de comprender pero
que discutimos como quien defiende la vida. Ante ese desgaste hacía falta algo
que nos hiciera sentir tantito alivio. Pero no se pudo y ahora todo se ve
lluvioso y gris (también literalmente) y para colmo de males este fin de
semana, además, hubo “gasolinazo”. Total que ya nos cansamos de recibir goles y
nomás no anotar. Esto es precisamente como perder un partido ante Honduras en
el Azteca: indignante, doloroso, frustrante y generador de mucha impotencia,
porque así como no podemos rifárnosla y meternos a jugar a la cancha en lugar
de cualquiera de esos 11 troncos, tampoco podemos meternos al juego donde se toman
las decisiones que nos afectan y nos afectarán, porque lo peor está por venir.
Ya se
aprobó en “fast track” la reforma educativa, causa de la inconformidad de los
miles de maestros de la CNTE que tienen loco al D.F. y que está generando ya
escaladas de violencia hasta ahora verbal en redes sociales donde parece ser
que hay dos bandos: los ciudadanos afectados (o no) por los manifestantes y los
que defienden el movimiento magisterial. Unos a otros se acusan de
intolerantes, de vende patrias, de irracionales. Y mientras tanto el presidente se placea en
Rusia, haciendo alarde de las reformas que ya da por hechas ante el G20 (¿será
que ya las negoció? Naaaaaaaaaah, ¿cómo creen?).
Se vienen
las reformas energética y financiera… Se prevé un aumento del IVA y la adición
de este impuesto a los alimentos y las medicinas. Coparmex, muy amablemente, ya
salió a querer plancharle el camino a esta iniciativa, incluso presentándola
como su “propuesta”. Ah, pero que sí “porfitas” a los empresarios les quiten el
IETU.
Ciertamente
tanta incertidumbre se nota. Ante un panorama de reformas que pueden provocar
reacciones diversas y escabrosas en tantos aspectos no debería extrañarnos que en
los últimos ocho meses hayan bajado algunos de los indicadores más importantes
de la economía: la expectativa de crecimiento del PIB, la generación de empleos
y la inversión en “infrachstuchchur”, como dirían por ahí. El primer semestre
de 2013 fue desastroso en cuanto a resultados… ¡y falta lo peor!
No lo digo
porque quiera ser ave de mal agüero, sino porque todo cambio necesita su tiempo
de ajustes, pero ahorita el horno no está para bollos. Si así se pusieron las
cosas con una reforma que afectó únicamente a un sector que decidió salir a las
calles para exigir ser escuchado, ¿qué va a pasar cuando la gente se dé cuenta
de la magnitud de lo que está discutiéndose ya en calidad de casi aprobado?
¿Cuando se entere, por ejemplo, que la reforma financiera permitirá el arraigo
del deudor? (O sea, que si le debes a un banco, y éste teme que no le pagues,
puede pedir que te arraiguen en tu casa hasta que cubras la deuda). ¿Qué harán
si efectivamente aplican impuesto sobre los alimentos y las medicinas? ¿Qué
nuevos bandos de detractores y seguidores se conformarán? ¿Cómo y en qué tono
defenderán sus ideas?
Ya ni
siquiera hay espacio para el diálogo. Me preocupa que hasta el futbol sea motivo
de división. Unos molestos con el seleccionado nacional, otros molestos con los
que hablan de futbol que porque no ponen atención a lo verdaderamente importante,
otros más molestos con todos. Y mientras nosotros no nos ponemos de acuerdo, el
Ejecutivo y el Legislativo parecen estar más unidos que nunca. Total, que el
pueblo siga haciéndose pedazos.
Aprendieron
muy bien aquella máxima que dice: divide y vencerás. Por eso hoy estamos
vencidos por un adversario que con poco menos que nada se lleva el triunfo con
un nada honroso 2 a 1… y en nuestra propia cancha. Si el vestidor sigue sin
ponerse de acuerdo, el director técnico es lo de menos. Finalmente en este
juego quienes mandan son la Asamblea de Dueños y la Federación y lo que a ellos
les importa es ganar dinero a costa de los que están en el campo, ganen o
pierdan. Y ya vimos que nos está tocando perder.
**Publicado el 8 de septiembre en El Mosquito
No hay comentarios.:
Publicar un comentario