18 de agosto de 2013

"Es bien bonito ser policía"

Encontrarle la magia a este mundo es todo un arte, sobre todo cuando pareciera que a nuestro alrededor todo se colapsa. En las circunstancias actuales, que a veces ni siquiera entendemos del todo, es muy sencillo caer en la trampa de hacernos un panorama desesperanzador y pensar que nada marcha bien, sentir una gran impotencia por las decisiones y reformas –como la educativa y la energética- que no nos toman en cuenta; dejarnos invadir por la rabia por las injusticias –como la de quitarle a un pueblo entero la posibilidad de defenderse debido a que los que deben proporcionarles seguridad no lo hacen- y ver las noticias solo para caer en la desesperación. Sin embargo, el gran secreto de una vida con inspiración es poder hacer de una experiencia frustrante una experiencia fascinante.  Solo se trata de poner atención.
Por una demora inesperada tuve que hacer tiempo en la caseta de vigilancia de cierto lugar, lo que me dio la oportunidad de echar chorcha con el “poli” del lugar.  Es un hombre de aspecto muy normal, casi prototípico de su profesión, y debo reconocer que al principio se me hizo incómodo que me hiciera la plática (como suelen hacer los “polis”), pero conocerlo me hizo el día y, de hecho, la semana. 
“Poli” tiene una historia fascinante. Rompió el hielo preguntándome si sabía cómo podía darse de alta en Hacienda. “Es que quiero dar unos cursos para policías”, dijo, lo cual me sorprendió.  Me contó que es jubilado -28 años de servicio- fue policía estatal y guardia municipal y ahora se está certificando porque desea fervientemente dar clases en el Colegio de Policía. “Ser policía es bien bonito, aprender los reglamentos es bien bonito”, me decía, aunque para la expresión y el amor con el que lo decía, sinceramente creo que “bonito” es una palabra que le quedaba muy corta. Hablaba de su profesión con verdadera pasión, de esas que se ven pocas veces, y me sentí inspirada profundamente por alguien que, a pesar de su edad y de dedicarse a una profesión tan despreciada hablaba con verdadera devoción sobre lo que es para él servir a la gente. Me sentí injusta por tener tantos prejuicios sobre sus colegas, pero me di cuenta de que me daba mucha esperanza aferrarme a la existencia de gente como él, deseosa de superarse, de salir adelante, de darle algo bueno a la sociedad.
“Yo aprendí mucho en todo este tiempo como policía, tomé muchos cursos y ahora me toca entregar todo ese conocimiento para que le sirva a alguien más”. Fascinante.
Me dio algunos tips para defenderme (legalmente, conste) de los policías gandallas, de esos que te paran con cualquier pretexto y te quieren amedrentar. Son mi tesoro. Se sabe los procedimientos al derecho y al revés. Hasta me contó cómo usaba los argumentos legales para ligar: “le dije a una muchacha que me había dejado de hablar que la demandaría por coartarme la libertad de expresión al impedirme decirle lo bonita que era”. Ya sé, es maletón, pero da una ternura que no me la acabo.
Me contó que sus dos hijos varones también decidieron ser policías. No hay mejor ejemplo de que cuando uno vive con integridad, ese ejemplo arrastra a otros a seguirnos. Me sentí orgullosa.
Definitivamente el mundo no es rosa. Justo esta semana salieron videos de varios policías abusivos en Monterrey y en Chihuahua (y seguramente esto pasó en muchos otros lados, aunque no se difundió). También hay que ver las injusticias que los cuerpos de seguridad cometieron contra los guardias comunitarios de Aquila (sin defenderlos, pero su detención fue irregular y lejana a todo proceso legal). Da coraje, mucho coraje. Pero creo que sería más benéfico enfocar nuestros esfuerzos en aquellos como “Poli”, que aman servir, que aman su trabajo, que desean fervientemente compartir su conocimiento con otros, que desean que la justicia prevalezca. Debería darnos más coraje que sean los podridos los que ocupen los titulares en la televisión y que los buenos, los justos, naveguen en el anonimato, confinados en una caseta de 2 x 2, pasándola “a’i nomás”, luchando por tener la oportunidad de enseñarles a otros, con un gran anhelo de poder inspirarlos también y transmitirles el amor a la camiseta, “porque ser policía es bien bonito”.

 Nosotros tuiteamos: @gildaria23

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