14 de abril de 2005

fobias...

Si mis fobias no fueran mías, me darían risa.
Primero que nada, le tengo pavor a morir desangrada. Miedo a las hemorragias. Ojo, no le tengo miedo a la sangre. Puedo ver sin dejo alguno de asco, repulsión o de miedito cómo una persona sangra a borbotones.
Pero el sólo hecho de pensar que yo pudiera sufrir una hemorragia y desangrarme hasta la muerte me da pánico. Incluso cuando sufro alguna cortadura menor al picar la cebolla o si me sangra la nariz después de mucho tiempo de exposición al sol, mi espalda se eriza sólo de pensar que ese goteo podría no detenerse nunca y que la vida se me iría despacio, de las manos tip tap tip tap… adiós, me voy, tip tap tip tap…
Irracional, pero verídico…. Y escalofriante, de verdad… nada más de pensarlo.
Mi segunda fobia es a lo baños ajenos o públicos. El terror que acudir a un baño ajeno se multiplica cuando el mentado baño no tiene cerrojo.
Me causa terror que me agarren como al tigre de Santa Julia… chale, para mí no hay momento más vergonzoso, íntimo, privado y sagrado que el acudir tranquilamente al trono.
Que tal dicha y paz espiritual sea interrumpida abruptamente por un imperdonable y nada elegante “ay perdón”, y un wey (o weya) con la puerta abierta viéndote, sin saber si reírse, disculparse, o darse la vuelta (y claro, mientras lo piensa, el baboso ni cierra la puerta, ni se voltea ni deja de verte) me parece lo peor que puede sucederme.
Pena de las penas. Zozobras entre las zozobras. Nada peor para mí que pensar en encontrarme frente a frente contra un baño sin cerrojo.
Fuera de eso nada me causa mayor conflicto… llevo una vida de aparente paz y calma en lo que a miedos se refiere… no me considero miedosa, pero sí creo, firmemente, que mis miedos son para dar risa.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Una anecdota... sobre baños sin cerrojo


Una vez en una fiestecilla de esas que se hacen en la universidad para festejar que ya se acabo un semestre (en este caso eran trimestres), había una puerta que se encontraba en la situación descrita. Así, después de un chingo de tequilo me dieron ganas de orinar, y apresurado que abró la puerta, y zaz... estaba ocupado y había una compañera en el trono (que para colmo su nombre es Reina). Se molesto pataleo y hasta me pegó, porque claro, yo quede ahí parado como baboso sin cerrar la puerta. Cuando salió recibí unos cuantos golpes, y ella estaba decida a vengarse. Así, que en la misma fiesta llegó el momento de la venganza, y se dispusó a abrir la puerta, pero yo no entre al baño. Sino que otro de los que se encontraban en la fiesta estaba orinando ahí de pie frente al escusado y a la puerta.
Así es que al sujeto lo vieron todito, y orinando, total que a mi me fue rebien porque nadie me vió.

Anónimo dijo...

yo te cuido la puerta bobeni no hay tos...

Anónimo dijo...

Las dos fobias que diáfanamente nos compartes se relacionan con fluidos corporales, temas tradicionalmente tabú en la sociedad moderna, como todos los relacionados con el cuerpo.

El fluido es vida presente (sangre), pretérita (orina) o futura (semen). Así, la sangre derramada (hemorragia) es el sacrifico más elevado posible, pues supone una posible interrupción de la vida misma.

Otras posibilidades de fluido corporal (sudor, mocos, lágrimas, fluido vaginal) resultan no sólo incómodas sino hasta amenazantes, pues hemos sido educados para suprimir simbólicamente la magia de la química corporal en movimiento.

En el fluir se manifiesta el cambio, por lo que el miedo al cambio es el miedo al flujo ingobernable de la existencia. Si detengo el flujo, controlo, pero semejante acción implica parapetarme contra el cambio. Por el contrario, dejar ir, implica soltar. Al soltar me libero y permito, por tanto, que la vida fluya.

No obstante, el libre flujo también me provoca ansiedad ante el caos potencial que trae consigo la entropía. De ahí la interrupción del flujo vital en la supresión del dejo espasmódico del orgasmo o en el cerrar de las compuertas del llanto.

Porque, ¿qué es la intimidad sino el último dique que nos protege del avasallamiento de la vida?

¡Un abrazo!

go+

Mademoiselle Peligro dijo...

ande usté... y yo que creí que se trataba únicamente de un reflejo irracional sin explicación aparente...
gracias, Gomas, creo que de ahora en adelante debo dejar de tener miedo a que las vidas, pasadas, presentes o futuras, fluyan...