Encontrarle la magia a este mundo es todo
un arte, sobre todo cuando pareciera que a nuestro alrededor todo se colapsa.
En las circunstancias actuales, que a veces ni siquiera entendemos del todo, es
muy sencillo caer en la trampa de hacernos un panorama desesperanzador y pensar
que nada marcha bien, sentir una gran impotencia por las decisiones y reformas
–como la educativa y la energética- que no nos toman en cuenta; dejarnos
invadir por la rabia por las injusticias –como la de quitarle a un pueblo
entero la posibilidad de defenderse debido a que los que deben proporcionarles
seguridad no lo hacen- y ver las noticias solo para caer en la desesperación.
Sin embargo, el gran secreto de una vida con inspiración es poder hacer de una
experiencia frustrante una experiencia fascinante. Solo se trata de poner atención.
Por una demora inesperada tuve que hacer
tiempo en la caseta de vigilancia de cierto lugar, lo que me dio la oportunidad
de echar chorcha con el “poli” del lugar. Es un hombre de aspecto muy normal, casi
prototípico de su profesión, y debo reconocer que al principio se me hizo
incómodo que me hiciera la plática (como suelen hacer los “polis”), pero
conocerlo me hizo el día y, de hecho, la semana.
“Poli” tiene una historia fascinante. Rompió
el hielo preguntándome si sabía cómo podía darse de alta en Hacienda. “Es que
quiero dar unos cursos para policías”, dijo, lo cual me sorprendió. Me contó que es jubilado -28 años de
servicio- fue policía estatal y guardia municipal y ahora se está certificando
porque desea fervientemente dar clases en el Colegio de Policía. “Ser policía
es bien bonito, aprender los reglamentos es bien bonito”, me decía, aunque para
la expresión y el amor con el que lo decía, sinceramente creo que “bonito” es
una palabra que le quedaba muy corta. Hablaba de su profesión con verdadera
pasión, de esas que se ven pocas veces, y me sentí inspirada profundamente por
alguien que, a pesar de su edad y de dedicarse a una profesión tan despreciada
hablaba con verdadera devoción sobre lo que es para él servir a la gente. Me
sentí injusta por tener tantos prejuicios sobre sus colegas, pero me di cuenta
de que me daba mucha esperanza aferrarme a la existencia de gente como él, deseosa
de superarse, de salir adelante, de darle algo bueno a la sociedad.
“Yo aprendí mucho en todo este tiempo como
policía, tomé muchos cursos y ahora me toca entregar todo ese conocimiento para
que le sirva a alguien más”. Fascinante.
Me dio algunos tips para defenderme
(legalmente, conste) de los policías gandallas, de esos que te paran con
cualquier pretexto y te quieren amedrentar. Son mi tesoro. Se sabe los
procedimientos al derecho y al revés. Hasta me contó cómo usaba los argumentos
legales para ligar: “le dije a una muchacha que me había dejado de hablar que
la demandaría por coartarme la libertad de expresión al impedirme decirle lo
bonita que era”. Ya sé, es maletón, pero da una ternura que no me la acabo.
Me contó que sus dos hijos varones también
decidieron ser policías. No hay mejor ejemplo de que cuando uno vive con
integridad, ese ejemplo arrastra a otros a seguirnos. Me sentí orgullosa.
Definitivamente el mundo no es rosa. Justo
esta semana salieron videos de varios policías abusivos en Monterrey y en
Chihuahua (y seguramente esto pasó en muchos otros lados, aunque no se
difundió). También hay que ver las injusticias que los cuerpos de seguridad
cometieron contra los guardias comunitarios de Aquila (sin defenderlos, pero su
detención fue irregular y lejana a todo proceso legal). Da coraje, mucho
coraje. Pero creo que sería más benéfico enfocar nuestros esfuerzos en aquellos
como “Poli”, que aman servir, que aman su trabajo, que desean fervientemente
compartir su conocimiento con otros, que desean que la justicia prevalezca.
Debería darnos más coraje que sean los podridos los que ocupen los titulares en
la televisión y que los buenos, los justos, naveguen en el anonimato,
confinados en una caseta de 2 x 2, pasándola “a’i nomás”, luchando por tener la
oportunidad de enseñarles a otros, con un gran anhelo de poder inspirarlos
también y transmitirles el amor a la camiseta, “porque ser policía es bien
bonito”.
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