22 de noviembre de 2007

Durmiendo con extraños...

Cerca de mi casa hay una doña que vende quesadillas... quizá esto no es algo fuera de lo ordinario, pues para quienes vivimos en México esto es casi casi un común denominador. Toda calle tiene su 'doña de las kekas'.
Pero la nuestra, la de mi calle, es especial.
Guisa delicioso, su comida puede ser calificada como adictiva, pero además de ello tiene una simpatía fuera de lo común. Es lo que muchos podrían definir como 'todo un personaje'.
Doña Kekas -que no debe superar los 50 años- emite comentarios jocosísimos... inocentes, pero a la vez de una agudeza excepcional.
Por ejemplo, una vez llegaron a preguntarle si no había visto a cierta muchacha. Doña Keka respondió: 'uuuuuuuuuy esa se la pasa todo el día encobijada'.
Ayer, hablábamos de matrimonio, hijos y cosas igualmente de escabrosas, y Doña Kekas emitió su sentencia: 'yo por eso les digo a mis cuñadas que no se duerman sin calzones, porque luego se llenan de chamacos y ni cuenta se dan'.
El marido de Doña Kekas es un bombero de Tlalnepantla. Gusta de la bebida, y cuando no está de servicio, le ayuda a su señora en el puesto. Igualmente divertido, el señor siempre se ríe de las ocurrencias de su mujer, las cuales festeja con el mismo entusiasmo que sus comensales.
La relación entre Doña Kekas y su bombero puede ser calificado como un verdadero ejemplo del 'amor apache'.
Cuenta la Doña, que alguna vez se enfermó gravemente de las vías respiratorias. Milagrosamente llegó al hospital. Iba tan mal, que los médicos decidieron internarla tres días, los cuales pasó sola, sin nadie que fuera a buscarla (y sin avisar, pues). La cosa es que cuando volvió, el marido ni siquiera le preguntó dónde estaba, qué le había pasado... nada... 'No le importó', dice la Doña, mientras echa sus tortillas, 'pero ya me moriré y a ver qué hace'.
Cuando el señor sale a servicio, Doña Kekas no le desea suerte, sino que le dice: 'ojalá que ahora sí te mueras'... la señora lo relata con el mismo orgullo con el que cuenta que a su bombero no le ha pasado nunca nada, 'ni un rasguño', a pesar de llevar ya más de 14 años en el mismo trabajo. Para mí que es su forma de pedirle al cielo que lo cuide.
Ayer, mientras Doña Kekas me platicaba todo esto, le pregunté: 'bueno, pero y su marido cómo se llama???'
Sonrió tímidamente, para después confesar: 'ay me creerá que ni sé... sé que tiene dos nombres... creo que Francisco -titubeó- pero ya no me acuerdo'...

7 comentarios:

Anónimo dijo...

chiale!!! y todavia quiere que la vayan a visitar al hospital si ni el nombre de su esposo se sabe ¬¬... dos de queso con bien harto epazote pa llevar!

Alexia Lefebvre dijo...

Yo tengo en mi calle la Señora de los Pollos o, simplemente, la Señora. Tiene un tono de voz de decíbeles prohibitivos y siempre que nos ve nos hace preguntas sobre computadoras porque piensa que Beto y yo somos unos expertos en la materia.
Al lado de mi oficina, está el marchante coqueto. Tiene una miscelanea y flirtea con absolutamente todaaas las empleadas de gobierno que van a comprarle café en la mañana.
Me encantan estos personajes, México no sería lo mismo sin ellos.

Serguei dijo...

Jajaja, ya hay Spam en español.

En mi calle no hay doña de kekas! Cuesta creer que esa gente pueda ser feliz. Es una tristeza ver ese tipo de perspectivas. Quizás por eso deberíamos quejarnos menos, más no conformarnos, de nuestras propias carencias.

Besos!

Anónimo dijo...

no se por que pero los mamones de mi colonia no dejan ke se ponga ningun tipo de negocio aca, lo bueno es ke el mercado de villacoapa esta relativamente cerca

Luis Salazar dijo...

Siempre hace falta un toque de folklore para darle sabor a la vida.......sabor a queca!!!!

zegim dijo...

Eso sí es amor.

Además da buenos consejos la señora, ¿eh?

Serguei dijo...

Holaaa! La ceremonia va a comenzar a las 11, en el lugar de siempre. Ojalá puedas estar!

Abrazos!