Pero, ¿qué pasa cuando el ofendido es un hombre?
Digamos que la cuestión es menos ortodoxa. Ni modo que le recomiendes a tu cuate en cuestión que vaya a hacerse un 'manicure' o que se haga un tinte distinto. (Por cierto, qué vanales son nuestros consuelos de mujeres)
Los pasteles y helados de chocolate tampoco son una solución, aunque habremos de aceptar que un par de cervezas son una buena idea.
¿Alguna vez alguien ha visto un libro motivacional para hombres dejados? Yo no, aunque puedo recordar un sinfín de títulos para mujeres cuyas relaciones no funcionan bien. ¿Acaso será que la percepción colectiva es que el rompimiento afecta emocionalmente sólo a la mujer? ¿Por qué nadie se preocupa por apoyar a aquellos hombres cuyas mujeres salieron 'al súper' para nunca más volver?
Supongo que es cuestión de cultura. Por definición, el hombre que sufre es un mariquita. Puta, qué poca madre, no les damos permiso de vivir un duelo. La mujer puede (y me atrevo a decir: DEBE) tirarse al suelo a desgarrarse las vestiduras, gritar a los cuatro vientos que fue dejada/abandonada/lastimada, pero si un hombre tuviera la iniciativa de salir al mundo a decir: 'mi vieja me dejó', pondría instantáneamente en duda su hombría y hasta su virilidad, por no decir que se 'quemaría' completamente y ¡pobre de él si se le ocurre decirse lastimado! Antes de recibir apoyo, cualquiera alrededor de él le daría la espalda, porque nadie quiere ser amigo del 'dejado' ¿qué no?
Del machismo nadie se salva. Ni siquiera los hombres, que tienen negada la posibilidad del duelo, y cuya cura para un corazón roto es, hasta hoy, una incógnita que no he podido averiguar.
Yo, por lo pronto, me ofrezco como apoyo para aquél que lo necesite.
Abrimos oficialmente el grupo 'Sensibles Anónimos A.C'. Sin preguntas de por medio. Garantizado.