No soy de esas a las que puedes presumir a los cuatro vientos. Soy más bien silencio y una risa que se ahoga de vergüenza.
No soy un sol resplandeciente que ilumina tu jornada, sino más bien apenas el destello de un cigarro que se enciende a lo lejos en un oscuro callejón.
No soy un velo, ni la lluvia de arroz de ese único día...
Soy cualquier día, el que se puede, cuando tú quieras.
Soy una mano escurridiza, soy insaciable; soy tu sudor, tu cansancio, tu locura. Soy una llamada y una provocación que nadie nota, porque basta cualquier cosa cotidiana para entendernos, para escaparnos. Si fue una excusa o un motivo, ¿eso qué importa? Sólo se trata de ser contigo y que tú puedas ser también lo que tú quieras; que seas mi historia, si te place, y si no, que seas tres puntos suspensivos...
Porque sabemos que siempre se puede ser un párrafo nuevo, otra idea principal o incluso, pues ya qué, una idea secundaria, un borrador que nunca se concreta o un ensayo entero sobre la lujuria, sobre el amor, sobre la vida, sobre ser tú y ser yo cuando hay lazos irrompibles, aunque no nos une nada y aunque nos separa todo.
De eso se trata...
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