En la iglesia del Tibidabo, en Barcelona, durante tres minutos me volví la fascinación de unos turistas que iban siguiendo mi recorrido mientras me tomaba fotos a los pies de las estatuas que ahí coronan la parte más alta de la ciudad imitando sus posiciones.
Eres un niño, Melquiades. Nomás los niños puede, soñando, permitirles a otros sonar.
¡¡QUÉ GRANDE ERES, MELQUIADES!!
ResponderBorrarEn la iglesia del Tibidabo, en Barcelona, durante tres minutos me volví la fascinación de unos turistas que iban siguiendo mi recorrido mientras me tomaba fotos a los pies de las estatuas que ahí coronan la parte más alta de la ciudad imitando sus posiciones.
Eres un niño, Melquiades. Nomás los niños puede, soñando, permitirles a otros sonar.
Y más que eso... ¡darles motivos!